jueves, 7 de marzo de 2013

Django Unchained, de Quentin Tarantino





Dejando de lado todo el bochinche simbólico que puede producir el apellido Tarantino por lo que es y fue (y espero que siga siendo, a pesar de este tropiezo); intentaré limitarme a la película en sí, fuera de todo revisionismo histórico, remake o lo que fuere. Confieso, de paso, que no he visto la original, aunque si pude admirar la genial Suzuki Western Django, de Takashi Miike, spaguetti por excelencia.
En Django el problema base que no dejaba de observar era en que carecía de un personaje principal. Envalentonada en su discurso anti-racista, al hacer un Django negro (aunque en realidad no se trata exactamente de una remake) y proponer eso como eje innovador en el discurso de la película; terminaba, sin embargo, olvidando el componente más importante: su propio protagonista. Voy a ponerlo muy claro y simple: si la película no llevara el nombre Django en su título es posible que hasta más de la mitad de la misma no nos quedase del todo claro cual de ellos es y además, teniendo un actor del talle, labia y carisma de Chritoph Waltz, la tarea se complicaría mucho más. En principio porque el personaje de Foxx apenas tiene voz y rostro, aun despojado de su cadena de esclavo y su verdadero peso protagónico cobra vida recién en los diez minutos finales. Entonces, me preguntaba yo en el resto de la película, ¿Cuál es el Django sin Cadenas? porque es evidente que el único que se niega a soltarle la cadena es Tarantino mismo. Y, por ende, ¿Cuál es el verdadero propósito de su película? Está claro, al menos para mi (y de hecho será el problema siguiente a analizar) que Tarantino no es precisamente un artista "de las profundidades", por decirlo de alguna forma. Su cine no tuvo ni intento tener, al menos hasta ahora, ninguna pretensión política o moralmente seria. El arte de Tarantino reside en las formas a priori, en su capacidad para reciclar cine, para jugar y entremezclar géneros y estereotipos de personajes hasta volverlos algo nuevo. El problema es que acá, más allá de que tampoco juega a los discursos políticos serios, si alcanza o intenta alcanzar, al menos de a ratos, una cierta solemnidad con respecto al tema de la esclavitud y el racismo. Si en Bastardos sin Gloria llevaba al extremo del ridículo el Holocausto, la figura de Hitler y de estos bastardos cazadores de nazis, era justamente lo que hacía valorable la película, que, aun asi, luego de la magistral primer escena divagaba demasiado y resultaba cansina. Pero asi y todo, el estar despojada de todo vestigio de solemnidad con esos temas dotaba de una dosis de frescura muy necesitada por las películas que tocaban esa temática. Una vez más entonces, Tarantino hacía de las suyas mientras jugara en la superficie, un lugar donde se mueve sin problemas. Asi, los nazis eran una simple excusa para que Tarantino hable de cine en una metáfora casi literal, donde un nazi protagonizaba su propia historia real y nosotros mismos eramos señalados como parte causante en ese cine que se incendiaba a partir del celuloide.
Por contrapartida, nada de esto está en Django. Tarantino intenta ponerse serio y le termina pasando lo que le pasó a su amigo Robert Rodriguez con Machete: si Rodriguez allí intentaba tratar el tema de la inmigración ilegal de mexicanos en EUA, la discriminación hacia estos por parte de políticos y demás, también olvidaba el componente más importante, que le llevaba adelante la narración: el protagonista. Dany Trejo apenas tenía voz, apenas tenía rostro visible en el metraje. Parecía alguien que había caído en el rodaje de casualidad y lo manejaban como un títere con hilos: ¿Cómo es posible entonces denunciar la discriminación hacia los inmigrantes ilegales, si en la película misma su propio director lleva de los pelos a su protagonista, cual marmota, entre un montón de situaciones dispersas, personajes que sobran, etc?
Por otro lado, y en consecuencia, ¿cómo se puede explicar entonces el eventual sacrificio de King Schultz para con Django? Ese es otro punto que me hizo mucho ruido: todo sacrificio, sobre todo en su forma artística y dramática, debe tener un motivo sólido que lo solvente. El personaje de King Schultz, siendo majestuosamente orquestado por el mencionado actor, hasta el punto de robarse casi todos los aplausos por su presencia escénica, aun asi me dejaba preguntándome respecto a su causalidad en el relato. ¿Quién es este hombre que aparece de la nada y ayuda a Django a liberarse y encontrar a su esposa? No hay una construcción muy firme que convalide la solidaridad de este hombre, su lucha y sacrificio. Únicamente nos enteramos, apenas, de que desprecia la esclavitud. Pero entonces, una vez más, ¿cómo podemos entender un discurso anti esclavitud que nos presenta de la nada, a un salvador blanco? ¿Qué, además, se sacrifica sin problema por nuestro protagonista? El sacrificio debe tener un motivo, y el motivo es algo que en dos horas de metraje Tarantino ni se molesta en construir. Está bien, vemos una dupla de socios caza-recompensas que se llevan bien y van por ahí matando juntos y cobrando plata, pero no habilita una narración que permita aceptar esa conclusión fatal. En Besieged, de Bertolucci; en Drive, de Winding Refn; y hasta en la reciente Looper, de Rian Johnson, se construye sólidamente la idea del sacrificio como algo ganado, como un lugar al que ellos llegan por un Otro ("y cualquiera que pierda su vida, será mantenido a salvo"). En Django esto surge de la nada misma; y termina siendo una película perezoza, poco trabajada, algo aburrida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias!!! Pusiste en palabras lo que senti cuando la vi. Django no es el protagonista, el protagonista no es nadie. La dupla no tiene desarrollo, no se une, ni se pelea, ni nada. Es como que quisieron que hasta 3/4 de la pelicula el personaje estuviera escondido y saliera repentinamente en los ultimos 20 minutos. Hace que todo lo demas pierda sentido, la busqueda del objeto de deseo (que no parece muy deseada), el sacrificio, la matanza final. Si hubiera tenido el clima de satira podia llegar hasta a ser divertido ese cambio repentino.

Martín Tricárico dijo...

Hola!!! Muchas gracias por comentar =). Si bien los comentarios anónimos son perfectamente bienvenidos, quería asegurarte de que te quedaras tranquilo, ya que este es uno de los pocos espacios virtuales no espiados por la CIA ni Obama (?). (JEJEJEJE).
Coincido plenamente con lo que decís respecto al objeto de deseo, de hecho es algo que creo que se me pasó por alto en la crítica: el objeto de deseo no parece demasiado deseado. Es totalmente cierto, hasta el punto de que cuando es finalmente conseguido como que ni cuenta demasiado. Si bien el clima de sátira está presente, como lo está también en Bastardos sin Gloria, no lo está con fuerza suficiente como para que justifique ese final.
Por otra parte, otra persona también respecto a la peli, me discutió el hecho de que haya escrito que en esta película Tarantino se haya intentado poner serio con el tema de la discriminación racial, porque de hecho es una de las tarantinescas más "cómicas" por asi decirlo. Creo que en ese punto tiene razón ya que es evidente que juega a la comedia a lo largo de todo el metraje: con las máscaras en la escena de los KKK, en la llegada a la mansión de Don Johnson, en la explicación de King de porqué mató al comisario etc. Pero asi y todo no me cerraba la construcción de personajes en la narración, como que me parecía que jugaba mucho a hacerse el interesante.